Diversidad sexual y la nueva generación: ¿Cómo hablamos con nuestros niños de 0 a 3 años? (Parte I)
Gracias por concurrir nuevamente. Dada su relevancia, la etapa de los 0-3 años será dividida en dos posteos. Es un período determinante para el desarrollo humano, en toda esfera; también en la diversidad.
¿Cómo y cuándo conversar de diversidad sexual con l@s niñ@s? Desde distintas latitudes, hay preguntas que se repiten, pero pocas veces se refieren a l@s adult@s. ¿Cuándo conversamos entre nosotros? ¿Aprovechamos los espacios en casa, las oficinas, con la familia extendida, con apoderados y docentes, o bien con nuestras autoridades, en los medios, las redes?
Las conversaciones contribuyen, transforman: sobre todo muestran a los más pequeños que es posible expresar opiniones distintas y escucharse mutuamente. Nosotr@s damos el ejemplo. Si la conversación no existe, o si los padres y madres no somos vistos como interlocutores preferidos a quienes recurrir, la propia realidad u otras personas podrían presentar la información a nuestr@s niñ@s, a veces de forma insuficiente, imprecisa o confusa. Nunca es demasiado pronto para comenzar.
Hoy en día, la recomendación internacional en educación –y escuela y familia son inseparables- es integrar la diversidad sexual tempranamente, no más allá de kinder o los 5 años(UNESCO). En jardines infantiles y/o escuelas, además, l@s niñ@s posiblemente conocerán a compañer@s y sus familias diversas. Es importante que demos cuenta de esta diversidad y guiemos a nuestros hijos, por supuesto, considerando las posibilidades y necesidades de cada etapa del desarrollo infantil (comprensión, uso del lenguaje), y también aspectos propios de nuestra cultura, y de nuestra familia y su historia.
Para quienes comienzan el camino de la crianza, y aun para quienes llevamos varios años recorriéndolo, la ética del cuidado propone un valioso punto de partida en cada acción o tema que abordemos (también en la diversidad sexual): el autoexamen adulto y algunas preguntas sobre nuestras vidas.
¿Cómo nos orientaron de niñ@s, en nuestras familias?, ¿qué nos dijeron sobre la sexualidad, el amor?, ¿cuál fue nuestra experiencia en relación a la diversidad: cómo la conocimos? ¿Cómo podríamos hacerlo mejor que nuestros padres? Y una pregunta imprescindible: ¿Desde qué valores y posiciones personales nos situamos cada un@ al educar a la nueva generación?
Nuestra biografía, experiencias pasadas y presentes, así como nuestras éticas adultas, están presentes todo el tiempo, aunque no las mencionemos. Los niños desde pequeños perciben o “leen” nuestras coherencias, y también nuestros dilemas, a veces mejor que nosotros mismos. Esto no implica que no podamos tener contradicciones y opiniones todavía en formación: lo importante es ser conscientes de ellas, y de que no son invisibles ni neutrales para los niños. No sólo las palabras, sino también el lenguaje no verbal construyen realidades; expanden o comprimen posibilidades.
En el período de los 0-3 años, la recomendación esencial para “iniciar” el recorrido integra dos elementos esenciales: presencia de la diversidad y atención en los lenguajes.
La diversidad está siempre presente, desborda alrededor nuestro y es un atributo que destacar permanentemente con los niños (cual disco rayado y feliz). Una linda sincronía es escribir esta columna durante la misma semana de haber aprendido, en un cuento y junto a mi hija menor, que mariposa en Hawai se dice “pulelehua”. A propósito de, averiguamos más: en el mundo existen cerca de veinte mil especies de mariposas, diez mil especies de aves, y al menos medio millón de flores diferentes. Maravilla. Insistir cada vez que podamos en esta diversidad vasta.
En lo que lleva de vida la tierra, se estima han existido 500 millones de especies. Actualmente, son algo más de cinco millones y el asombro no tiene para cuando terminar. De los seres del mar se conoce apenas el 1% y cada año se descubren más de mil especies (ver artículo). Y como todo en nuestro planeta, los seres humanos también somos diversos: edades, capacidades, tradiciones, familias y más.
Los contenidos para programas en jardines/escuelas relativos a diversidad sexual en la infancia temprana se centran en la composición y diversidad de las familias, los lazos de afecto y cuidado mutuo. No son necesarias grandes conversaciones ni definiciones. La percepción es clave. Los niños están conociendo su mundo sobre todo desde los sentidos, y desde coordenadas muy sencillas y concretas. Por ejemplo, la FAMILIA:
Familia. En el diccionario de la RAE, existen al menos 10 acepciones para la propia palabra “familia”. Esta palabra tiene forma de gran ventana, igual que el amor: ambas son un perfecto punto desde el cual observar la diversidad humana con los más chiquitos. De “familia”, ellos entienden que son personas que se quieren y se cuidan, que orbitan las vidas de los más pequeños y se ocupan de protegerlos.
Recursos muy recomendables son las fotografías o videoclips de familias en el mundo (sus atuendos, festejos, comidas, viviendas, etc.). Esta variedad establece el suelo para futuras conversaciones sobre diversidad sexual y, también, para contener a los niños en el presente, por ejemplo cuando se separan los padres y muchos pequeños sienten que su familia “ya no existe” o “se rompió”, cuando en realidad es que ésta ha cambiado.
Familias con mamá y papá (juntos o solos cada uno), con dos mamás, dos papás, con madrastras y padrastros, a cargo de abuel@s o herman@s mayores, con lazos sanguíneos o electivos: distintas familias con distintas composiciones. Entre los 0 a 3 años no hace falta más que presentar esta diversidad familiar sin mayores definiciones: sólo destacar el cuidado mutuo y el derecho de los niños a ser protegidos por los más grandes en la manada humana.
En cuanto a la diversidad sexual, la mejor y más útil recomendación es presencia en la vida cotidiana, es decir, que nuestr@s niñ@s puedan conocer la cercanía de parientes y/o amig@s, parejas y familias homoparentales, y compartir ritos sencillos como cocinar, almorzar, jugar. Es más: expertos proponen que si uno vive en lugares apartados o no conoce a ninguna persona que encarne la diversidad, ojalá busquemos a alguien -por ejemplo un apoderado del jardín o del colegio- y le pidamos por favor que visite nuestro hogar o nos invite al suyo con nuestr@s hij@s. Propiciar el encuentro.
No hace falta anticipar explicaciones: l@s niñ@s sólo necesitan saber que los adult@s que los rodean son cuidadores respetuosos. Si sus padres y madres se vinculan con ell@s, serán parte de su mundo. Desde esta inclusión natural entre los 0 y 3 años ni siquiera surgen demasiadas preguntas. Sí, y muy importantes, hacia los 7 años: ¿y cómo se puede tener hijos si son dos mamás o dos papás?, ¿no hace falta uno de cada uno? Sobre este punto volveremos en los posteos que siguen.
En esta etapa, una pregunta recurrente que plantean muchas familias apunta menos hacia la noción sobre los vínculos de pareja (para los niños las personas están juntas y se quieren; no atienden a mayores detalles), y más hacia las expresiones físicas de afecto frente a niños pequeños. La respuesta la pone, cuando es posible, cada madre, padre: es su prerrogativa como responsables de la crianza.
No tenemos injerencia sobre lo que nuestr@s niñ@s observen en sus alrededores (parques, calles, metro): parejas de todas las características, orientaciones sexuales y/o edades expresando su afecto, a veces, tierna y sobriamente, y otras con bastante desinhibición. Por otro lado, en nuestro mundo cercano, en confianza, sí es posible pedir o sugerir mayor atención hacia los niños pequeños.
Este pedido, frecuentemente, resulta de especial ayuda con herman@s adolescentes que comienzan a pololear (y están en frecuencia amorosa a mil), cualquiera sea su orientación sexual. La delicadeza de sus espacios privados e íntimos es algo que seguramente querrán preservar, y no es negativo recordarles que sus hermanit@s pequeñ@s preguntan poco pero sí tienden a imitar lo que ven, por ejemplo en su jardín, con otr@s niñ@s. De igual forma debemos atender a este hecho las parejas adultas (de cualquier orientación), incluyéndonos los propios padres y madres.
Para finalizar esta sección, señalar -si entre los 0 a 3 años nuestr@s niñ@s van al jardín- la importancia de preguntar durante el proceso de matrícula cómo se abordan, entre otros temas, la inclusión, educación en sexualidad/afectividad, prevención del bullying y del abuso infantil (físico, psicológico, sexual). Desde esa información, podremos tomar mejor decisiones, y potenciar el vínculo de colaboración entre familia, educadores y cuidadores. Asimismo, es importante conversar con nuestra familia extendida y amistades, y pedir su apoyo en actos, palabras, y delimitando bien las preguntas sobre diversidad que nuestros seres queridos pueden responder a nuestr@s hij@s (en nuestra ausencia), y cuáles preferimos abordar nosotros (padres, madres).
Contamos con nociones y/o intuiciones que nos guían, y el amor es una brújula mayor en el cuidado parental. Afortunadamente, también existen y desde hace muchos años, un sinnúmero de textos compartidos generosamente por profesionales y por miembros de las comunidades LGBT, para su uso en educación de la afectividad/sexualidad (parte de ellos quedan en estos posteos). Y recordemos, también, que podemos encontrar personas bien dispuestas a orientarnos en fundaciones dedicadas al tema de la diversidad en nuestro país. Contemos con ellas.
Para continuar la conversación, la próxima semana: el tema del lenguaje y posibles respuestas a inquietudes concretas de l@s niñ@s 0-3 años (por ejemplo la pregunta ¿qué es gay?). Nos encontramos.