Termina una semana importante. En Chile, se ha logrado dar un paso más, sólo uno de muchos pero valioso, para legislar en favor de la despenalización de la interrupción terapéutica del embarazo por 3 causales humanitarias: una de ellas, el crimen de violación que afecta mayoritariamente a las niñas, en nuestro país (distintos reportes informan 66%, 70%, 85% inclusive, del total nacional de víctimas, correspondientes a niñas menores de 18 años).
La causal de violación, que es la que mayor debate ha generado, fue ratificada en el trámite del pasado martes 15 de septiembre, completando así el voto de la comisión de salud por el Proyecto Ley (PL) presentado por el Ejecutivo. Es importante recordar que todavía quedan etapas relevantes como la discusión de fines de septiembre en la comisión de Constitución del Congreso, y la votación del PL en la Cámara de diputados programada para el próximo 7 de octubre, 2015 (es importante interpelar a nuestros representantes sobre estas decisiones).
Más allá del mucho camino que nos queda, es importante valorar lo que se ha recorrido hasta aquí. Haber votado en favor de despenalizar la causal de violación, habla de un reconocimiento de sufrimientos reales, vividos por compatriotas niñas y mujeres, y de vulnerabilidades –que son parte de todxs, por nuestra condición humana simplemente- frente a las cuales resulta imperativo responder desde los derechos, la salud y la ética del cuidado. Con respeto por la dignidad de las víctimas (cada una), y también desde el compromiso por prevenir estas tragedias para toda nueva generación.
Desde la consciencia de nuestra vulnerabilidad, y nuestra necesidad de concurrir unos por los otros, quiero dar las gracias a todas las personas, mujeres y hombres, de distintas edades y avenidas, también parlamentarias y parlamentarios que recibieron un escrito – “Carta” (leer aquí)- que recogía la experiencia vivida por sobrevivientes adultas de violaciones que fueron parte de historias de abuso sexual infantil (ASi).
Una diputada del Congreso Chileno, la Dra. Marcela Hernando -gracias, muy especialmente-, leyó parte de esa carta ante la Cámara, en un acto que visibiliza a las niñas víctimas, y en un gesto que se sintió, además, inmensamente reparador para niñas y mujeres de todas las edades.
Fuente de gasa, de voz, ese gesto. Posibilitar algo bueno, justo y quizás hasta bello (como en la obra de la artista cuya fotografía acompaña este posteo). Poderoso, como conferir existencia. Y que “lo inenarrable” (en palabras de Judith Herman) puediese contribuir en algo al colectivo, desde el diálogo por una ley indispensable.
También querría agradecer a mujeres y hombres cuya postura es no despenalizar bajo ningún punto de vista, pero que asimismo estuvieron al menos dispuestxs a dialogar sobre puntos planteados en esa “Carta”, de manera respetuosa. En el clima tensionado que vivimos, valoro inmensamente la actitud de no-agresión y no-descalificación en sus interacciones, y la sinceridad en plantear preguntas que reflejan genuino interés por comprender –sin compromiso de apoyar o concordar, pero al menos comprender algo más de una realidad desgarradora.
Queda camino. No se agota el diálogo y por el contrario, creo, ha faltado. “Debatir” parecemos tomarlo como distante o distinto a “dialogar”, pero no lo es. La convicción que dediquemos a nuestras posiciones, proposiciones y aspiraciones en diversas instancias de conversación, no es un impedimento para el trato respetuoso entre quienes sostienen posturas diferentes o antagónicas inclusive. Es más, y da para otro escrito, es muy difícil comprender que se defiendan posturas, legislaciones o “causas” a punta de insultos, vociferaciones y violencias. No veo qué adhesiones o progresos pueden lograrse ofendiendo y alienando a otrxs.
En el tránsito hasta poder contar con la mejor legislación posible en relación a las 3 causales(*), insistir en el registro esperanzador de la votación del martes pasado:
Esperanza de concretar un sueño que es mucho más que reparar daños y algún día erradicar la violencia sexual o disminuir el número de violaciones de las niñas –y mujeres, y niños, y jóvenes y hombres también, no lo olvidemos- en un país que puede ser el nuestro y muchos otros (la tierra entera). Mayor, mucho mayor, es el sueño de transformarnos en un colectivo que cuida como si eso, y usando palabras de mi maestra Pía Barros, “fuera una religión”.
Un colectivo al que le importa, realmente, evitar a toda costa daños que sean evitables a sus niñas (y a todxs), y al que le importa reparar, y hacerse parte de estos esfuerzos que necesitan desplegarse en comunidad.
Un colectivo que por encima de todo se siente empoderado y se da derecho de aspirar, habilitar y exigir también, el más alto bienestar para cada niño y niña que nace o vive en Chile (y para todxs nosotrxs ojalá).
Conscientes de que la infancia requiere y merece una atención privilegiada, y no entendiéndola solamente como una etapa precursora de la juventud y/o adultez (y por ende una etapa “útil” o funcional para prevenir tragedias a futuro, delincuencias, sociopatías y otras “desadaptaciones sociales”), sino como un tiempo de la vida que tiene dignidad en sí misma, y que nos invoca no solo desde su indefensión sino desde el respeto y empatía por cada niño y niña con quienes compartimos la experiencia cotidiana
Que la invocación sea desde nuestra emoción. Desde nuestro amor. En la memoria de cada unx; de cuerpos y trayectorias que comenzaron para todxs, durante nuestra niñez. Una niñez que podemos tomar o no desde el imperativo ético que entraña (ojalá sí) pero ojalá siempre, a lo menos, pudiéramos tomarla como una fuente para hacer, inspirarse, disponerse en alguna medida.
Estamos a la espera –pronto, ojalá- de otro PL trascendental: de garantías integrales para la infancia. No conocemos aún el texto del PL, pero debería constituir un aporte no menos que fundamental (de no ser así, hemos perdido aún más tiempo) en materia de protección de todos los niños, niñas y adolescentes (NNA).
Sin ánimo de desmoralizar, hemos fracasado colectivamente en el cuidado, de manera no menos que rotunda, si en nuestro país las víctimas de abuso sexual infantil, incesto, violaciones, siguen siendo miles (las estimaciones del Ministerio Público, hace una año, eran demoledoras: cada 33 minutos un niñx vive abusos sexuales en nuestro país, en su mayoría a manos de familiares). Desconocemos cuántos son lxs sobrevivientes adultxs de ASI, pero me atrevería a decir que son muchísimas las familias en las cuales se conoce o sospecha esta fractura en la historia de sus generaciones.
Aunque en el diálogo cívico no los veamos unidos (organizaciones feministas poco han hablado del drama de las niñas, y aquella dedicadas a la niñez se han sentido bastante ausentes, hasta ahora, en aportes para ayudar a comprender el drama que viven las víctimas de violación y embarazo infantil; y sí, es un reclamo), los proyectos de ley de 3 causales -en la causal de violación- y de protección integral de la infancia NO SON separables. La infancia es una sola.
Toda legislación que involucre a la infancia, debe hacerse obligatoriamente cargo, por una parte, de enmendar nuestras falencias en el cuidado y respeto de la niñez, y por otra, de encontrar formas en verdad útiles para responder a daños presentes, al tiempo que se previenen heridas futuras.
Los actos de gratitud no excluyen ni impiden expresar pedidos y éste es uno concreto, para el tiempo presente: no separemos más, por favor, esfuerzos ni miradas sobre sufrimientos infantiles, ni sobre la deuda que nuestra democracia tiene con sus ciudadanxs niñas y niños.
Las niñas víctimas de violación/embarazo, los niños y niñas víctimas de abusos sexuales y de violencia física y psicológica, los niños y niñas que llegan a Sename, los niños y niñas que viven en Chile, merecen todxs por igual cuidado y buenos tratos, la mejor educación y estímulo a sus sueños y talentos. Son todxs ellxs, todos juntos, “la infancia”. No lo olvidemos.
Tenemos, en lo que queda de esta año, una oportunidad más de pensarnos en relación a los DDHH en general, y de la niñez, en particular, como una herramienta de transformación como país. Hasta llegar a una era donde estas palabras de George Orwell que vuelven y vuelven esta semana, lleguen a ser por fin, un eco antiguo:
“La pregunta relevante es si todavía podemos creer “normal” una niñez vivida en años de terrores inconcebibles y malentendidos demenciales. Henos aquí, contra la dificultad mayor de conocer qué siente y piensa un niño, realmente. Un niño que parece razonablemente feliz puede estar sufriendo horrores que no es ni será capaz de revelar. Nuestra clave capital, es haber sido nosotros, niños alguna vez. Y demasiadas personas parecen olvidar la atmósfera de su propia infancia, casi completamente” George Orwell
En Chile, somos muchas las mujeres adultas, de distintas edades y avenidas, que compartimos no sólo el afecto por nuestro país, sino también el haber vivido, cuando éramos niñas, historias de abuso sexual, incesto, violaciones reiteradas.
Nuestras historias se sienten profundamente vinculadas a las vidas y destinos de niñas que son víctimas, actualmente, de experiencias como las que conocimos años ha. Pero por encima de todo, nuestras historias son una fuente de voluntad y compromiso por el cuidado de toda niña y niño. De nuestras hijas e hijos.
Este mensaje para ustedes, legisladores, recoge la experiencia y el sentir de un número de mujeres sobrevivientes, en la esperanza de que nuestra voz pueda ser útil en un momento decisivo para nuestra nación.
Hemos seguido con atención, con responsabilidad, y también, con aflicción muchas veces, la trayectoria del proyecto ley que debe tramitarse en el Congreso con el fin de despenalizar la interrupción terapéutica del embarazo debido a 3 causales humanitarias: inviabilidad fetal, riesgo vital para la madre (cualquiera sea su edad) y violación. Esta última es una causal que en Chile afecta mayoritariamente a las niñas.
Sabemos que las niñas corresponderían, según reportes de distintos organismos (Carabineros, fiscalía, fundaciones), a un 70% apx. del total de víctimas de violación país. Las niñas, además, por sus edades, siempre corren diversos riesgos vitales. Debería considerarse para ellas una doble causal de despenalización. Nos cuesta entender que esto no haya sido contemplado ya.
Hemos leído también que el Colegio de Matronas/es de Chile informa de unas 850 niñas menores de 15 años que alumbran anualmente en nuestro país. Una mayoría de sus embarazos fueron resultado de incesto (no denunciado). Estas niñas no tuvieron posibilidad de decidir nada bajo una ley que las criminaliza si se niegan a continuar una gestación traumatizante -en cuerpos ya suficientemente heridos. En realidad, ni aceptar ni negarse: nada puede ser considerado como “opción”. No bajo coerción.
Las violaciones sistemáticas imponen a las víctimas niñas una trayectoria de muchos años, a veces la vida entera, para volver a sentir sus cuerpos como propios. En Chile, además, debido al embarazo por violación, les es impuesto el recordatorio de sus vulneraciones y de su violador durante 9 meses, de la forma más inhumana. Nosotras no creemos que habríamos sido capaces de sobrevivir algo así.
De niñas, muchas debimos enfrentar a lo menos la pregunta de ¿y si un embarazo del padre, abuelo, hermano, tío…? La respuesta drástica a esa pregunta la llevamos en nuestro registro más íntimo. Pero sí podemos atestiguar que, aun de adultas, eventos sencillos como un examen ginecológico anual, o procesos entrañables como el embarazo o parto de hijos deseados y amados, han sido en más de una oportunidad gatilladores de recuerdos y revivencias traumáticas (flashbacks) que han traído de vuelta al violador y sus asaltos. La memoria haciéndonos trizas una vez más.
En el balance de los años, constatamos con pesar, tan hondo, cuán poco ha cambiado Chile durante la democracia, si experiencias como las que vivimos –muchas de nosotras, durante infancias en dictadura- continúan siendo tratadas con igual indolencia, hasta el día de hoy.
Como país, sumamos décadas de infancias desprotegidas. Cada dilación de trámites legislativos que deberían ser prioritarios por razones de humanidad, son un fracaso colectivo en el imperativo de cuidar, y una forma de abandono, de indiferencia.
Podemos llegar a entender que ustedes sientan que están actuando con celo y rectitud. Pero no confundan su sensación de “estar haciendo lo correcto” con realmente “hacer el bien” o lo justo. No puede existir bien ni bondad o justicia posibles si vuestras demoras, indicaciones a la ley o controversias revictimizan a quienes más sufren, entorpeciendo o denegando procesos de auxilio y reparación para niñas y mujeres víctimas de violación/embarazo.
La ley que se está discutiendo no es ni la entenderemos jamás -pese a que así se ha intentado presentarla, polarizándonos como colectivo- como un reférendum moral. La respuesta que se ha pedido es si como país estamos o no de acuerdo en continuar criminalizando la difícil decisión, en tres situaciones de extremo sufrimiento y vulnerabilidad de niñas y mujeres, de interrumpir un embarazo. Tres.
Quizás, queremos creer, falta información. Establecer, por obvio o innecesario que parezca, que el cuerpo es lo que habitamos, lo que somos, y es ahí donde ocurren las violaciones de las niñas a edades, muchas veces, donde apenas si existe comprensión o lenguaje para nombrar esa clase de aberraciones.
El trauma de la violación y del abuso sexual infantil (ASI), es psíquico, emocional, pero también es físico, fisiológico. Lo corporal es el lugar de asentamiento de la vivencia trasgresora, de su herencia de síntomas, y también de su memoria invasiva: recuerdos que irrumpen con toda su carga sensorial, en tiempo real, inesperadamente, en cualquier momento, toda la vida.
El cuerpo es la puerta de entrada para el trauma, y también fue nuestra puerta de salida, de desalojo. Nunca es sólo una violación, ni es a manos de desconocidos. En el abuso sexual, el incesto, el cuerpo fue asaltado y “ocupado” en contextos sostenidos, mayoritariamente, por adultos en quiénes confiábamos y por quienes sentíamos cariño. Hombres que debieron proteger, no violar, a las niñas que dependían de su cuidado. Figuras paternas: padres, padrastros, tíos, abuelos, primos o hermanos mayores, a veces amigos de nuestras familias (un 85-90% de los abusadores proviene del entorno más cercano de las niñas y niños). Victimarios que ni siquiera necesitan recurrir a las peores amenazas, la fuerza o la violencia en el sentido que tal vez ustedes, legisladores/as, entienden. La fuerza eran ellos: su autoridad adulta y sus tamaños superiores la imponían. Y la violencia era, es, siempre: cada vez que un cuerpo mayor somete a un cuerpo infantil.
No existen violaciones que sean menos desintegradoras o “menos violación” que otras según el número y gravedad de las lesiones. Que no hubiera forcejeos, hematomas o desgarramientos jamás informó de nada excepto de la precaución del violador, o de nuestros esfuerzos instintivos –quedarnos quietas, no sentir, no ver, no gritar- por sobrevivir cada asalto. Lesiones, visibles o no, siempre hubo. Daños profundos.
No imaginan ustedes lo desgarrador que es escucharles hablar de “acreditación de violación”, o que se condicione el auxilio de las niñas víctimas a la denuncia que realicen. Reconocer, internamente, que una persona vital como un padre o padrastro fuera en realidad alguien lesivo o perverso, no es menos que una gesta sobrehumana. Mucho más arduo fue llegar a verbalizarlo; sacar la voz y contar lo vivido. Una mayoría de nosotras recién vencimos secretos y silencios obligados, sólo al llegar a adultas. Y no fue “denuncia”. Fue develación de la verdad y no por no haber concurrido a la justicia, las violaciones dejaron de ser lo que fueron.
Que ustedes asignen más importancia a “la denuncia” que a la protección y respeto por el proceso vivencial de las víctimas, o propongan mediadores o terceros responsables de denunciar –personal de salud, justicia- no libera a las niñas de nuevos daños, miedos, prisas forzadas (cuando ya todo ha sido por la fuerza), o de tener que enfrentar, en algún momento, a sus violadores. Mucho más se resguardan las garantías y derechos de abusadores sexuales, pedófilos, torturadores y criminales de guerra, que de las niñas violadas (o niños abusados). Es vergonzante e imperdonable que nos comportemos así como país.
Imaginamos que un número importante de ustedes son padres y madres. Muchas de nosotras somos madres, y madres de hijas mujeres. Tenemos claro que no es posible eliminar completamente el riesgo de que quienes amamos sufran, pero sí necesitamos saber que nuestras hijas importan, y que si la tragedia llegara a irrumpir en sus vidas, existen caminos para recorrer sin terror, sin coerción.
Los gobiernos elegidos así como las leyes tramitadas por representantes a quienes nosotros, como ciudadanos, conferimos autoridad mediante nuestro voto, deben cuidar y evitar sufrimientos que sean evitables. No están para atormentar a las personas; para olvidarlas. Como muchos, nosotras soñamos con una nación más buena y más justa, especialmente con sus niñas y niños. Desde ahí, nos ponemos a vuestra disposición.
Ustedes tienen en sus manos una oportunidad enorme, histórica, de ejercer vuestros cargos desde la unión –y no la separación- entre derechos y cuidado, integrando todas las miradas posibles; acogiendo toda experiencia humana. Por supuesto que no podrán evitar daños que ya ocurrieron, y como ustedes, nosotras tampoco querríamos que ninguna niña o mujer jamás fuera violada ni que existieran situaciones que pueden llevar a decidir algo doloroso como un aborto. Pero las realidades existen, no dan tregua.
Como legisladores, ustedes pueden hacer toda la diferencia si confieren dignidad humana plena a las niñas víctimas, y se concurre por las más pequeñas en atención inmediata al riesgo vital que también corren (en función de su sola edad y/o su tamaño), y por las adolescentes, acompañándolas íntegra e incondicionalmente (por todo el tiempo que sea necesario, y con los debidos recursos asignados por el Estado) durante un proceso donde lo más humano y reparador siempre será apoyarlas, a todas, en la opción de cuidarse, sabiendo que para algunas de ellas ese acto de cuidado puede significar que deban interrumpir el embarazo resultado de violaciones e incesto.
Por todas las víctimas pasadas, presentes, y futuras, el pedido es a ustedes legisladores/as: por favor honren su consciencia y el deber cívico y humanitario frente a la demanda de contención y reparación para un trauma causado por crímenes inenarrables. Crímenes que son concebidos como de lesa humanidad (una forma de tortura: el abuso sexual infantil, las violaciones), y cuyas víctimas son tratadas con respeto y piedad en diversas democracias (y por una mayoría de religiones también, desde la noción de “aborto compasivo”). Conforme a derechos universales que en Chile, también juramos proteger. Que así pueda ser ahora. Es tanto una apelación como una imploración.
Sugerencias y proposiciones para acompañar la lectura de niñas y niños pequeñ@s
El deseo de “Tod@s Junt@s” es invitar a niñas y niños a apreciar sus talentos y capacidades diferentes, motivarse por desarrollarlos, y a conocer sus derechos, muy especialmente, el derecho a ser cuidad@s y el derecho a educarse.
El CUIDADO y la EDUCACION son dos pilares que ayudarán a l@s niñ@s a construir, en el horizonte de los años, un proyecto de vida preferida desde el consentimiento, sus elecciones, sus convivencias con eras y lugares.
Para llegar a decidir por las propias vidas (o ser “autovalentes” como otros cachorros), los niños y niñas necesitan recorrer un camino, acompañad@s por los adultos, que les permita ir ejerciendo, de acuerdo a cada edad, progresiva autonomía. Esto es, de forma incremental, gradual, creciendo en responsabilidad y capacidad de autocuidado.
La autonomía es autocuidado y responsabilidad personal y social, participación, colaboración, en un planeta cada día más conectado, y donde es más evidente que nunca la interdependencia –entre países, personas, familias, comunidades, la humanidad y la naturaleza, en el compartir conocimientos y herramientas.
Éste libro es también un libro “sin edad” y pensado para el mundo adulto. Un espacio para quienes más gravitantes somos en las vidas de los niños: mamás y papás, docentes, y tod@s quienes formamos el círculo más cotidiano y presente del cuidado durante años de la crianza y formación. Años durante los cuales, niños y niñas crecen, van a la escuela, y se conocen y descubren a la luz de ideas, experiencias y vínculos que nutren sus vidas.
Chile, y una mayoría de países en el mundo, consideran que hasta los 18 años, a lo menos, niños, niñas y adolescentes tienen derecho a recibir nuestra protección y apoyo incondicionales. “En cuclillas”, con los más pequeños. Caminar juntos luego, año tras año. Hasta verlos desplegarse en cielos propios y compartidos también.
La premisa principal es que tod@ niñ@, sin excepción, nace con un potencial. Talentos, intereses, gustos, capacidades, motivaciones: todo es parte de ese “potencial” que toma tiempo en desarrollarse, etapa tras etapa. Sólo pensar que el cerebro recién a los 25 años completa su maduración. Dar tiempo, honrar el tiempo de la niñez.
“Algo que puede ser”, posibilidades, empoderar: ésa es la “música” o entonación de nuestra lectura, afinada desde la confianza y fascinación ante lo que niños y niñas pueden imaginar, crear, hacer, aprender. Queremos que ellxs puedan, desde muy pequeños, comenzar a visualizar ese potencial.
Niños y niñas, todos por igual: los talentos, los sueños, no tienen género, las contribuciones a una vida o miles. Los seres humanos encarnamos una diversidad que nos enriquece y ennoblece, que nos maravilla, sorprende, y abre caminos (a veces insospechados, incluso desde aquello que se presentaba originalmente como adverso o imposible).
Para los niños y niñas, qué mensaje más portentoso, desde el inicio de sus vidas, el de la diversidad de nuestros talentos y capacidades humanas. Por ejemplo, en una palabra que es conocida para muchxs de ellxs, no existe una sino 9 tipos de inteligencia, ¡nueve! Tod@s l@s pequeñ@s tienen algo por descubrir. Para lograrlo, además de tiempo, necesitan de oportunidades y todo nuestro cuidado y apoyo.
La columna vertebral del texto la provee el cuidado ético como un imperativo adulto, y como un pilar determinante para el bienestar de tod@ niñ@ y su desarrollo pleno: cuerpo, mente, emociones, creaciones, resiliencias, responsabilidad, consentimiento, ciudadanía.
Sabemos que nuestra presencia amorosa puede hacer toda la diferencia en el destino de lxs niñxs. Ell@s necesitan saberlo también, y deben esperar nuestra entrega con la mejor disposición (recordando nosotros que si llegamos a adultos, fue también porque nos cuidaron).
Una expresión mayor del cuidado es la educación: son indivisibles. Cuidar y empoderar, proteger y habilitar, guiar y enseñar: con aprecio por la dignidad de cada human@-niñ@, y celebrando que sean partícipes y protagonistas en sus aprendizajes.
Nuestra responsabilidad en el cuidado se expresa también en el respeto y la promoción de los derechos de niños y niñas. Estos derechos son una forma de cuidar sus vidas presentes y también futuras. Siempre en “doble tiempo”. Recordando a l@s adolescentes, y a los hombres y mujeres que llegarán a ser. Lo que hagamos hoy –o dejemos de hacer-, ya está escribiendo la historia de cada niño y niña a cinco, diez, cincuenta años quizás.
Valores centrales del texto:
Inclusión plena y la celebración la diversidad; la igualdad de género, la no-discriminación, y la mutualidad en el respeto y valoración de los aportes de niños y niñas; educación donde l@s niñ@s son protagonistas de sus aprendizajes; la promoción de los buenos tratos y la colaboración; la interculturalidad y la “ciudadanía” del mundo; la integración del cuidado –a sí mismo, los demás, la naturaleza y el entorno- y de la justicia (respeto a derechos) que deben ir de la mano; la solidaridad y cariño como generación, entre niñ@s.
El libro puede ser presentado a los más pequeños como de “cuentos”, pero “reales” eso sí. Trece historias, y pudieron ser más. Quiero compartir que no pudieron ir en esta edición, historias entrañables: por ejemplo, de una niña rusa que creó una nave espacial de bajo costo, un niño que creó legos especiales para niños ciegos, y una niña autista que es una pintora maravillosa. Es mi intención compartirlas en algún momento.
A modo de relato esencial, para los niños pequeños: en las 13 historias de Tod@sJunt@s, conoceremos a niñ@s -“como tú, como ustedes”- que viven en distintos países (con sus tradiciones, idiomas, atuendos, religiones, alimentos, formas de jugar) y provienen de familias diversas.
Cada un@ tiene sus características físicas propias, sus formas diferentes de ser, sentir, aprender y hacer. Pero tod@s comparten algo en común: una idea o un sueño que querían realizar, y al menos una persona grande que les brindó todo su apoyo para que lo lograran. La maravilla y el portento en todo esto, es que mientras más adultos se comprometan con l@s niñ@s, más sueños se realizarán.
El libro, para ser compartido con la mayor cantidad de niñ@s de todas las edades, se desarrolla en un lenguaje que aunque sencillo y cercano, requiere adaptaciones y pausas que tomen en cuenta marcadores evolutivos, vocabularios en desarrollo y los tiempos más compactos de concentración de niñ@s pequeñ@s.
Para docentes y/o familias que acompañen y lean en voz alta a los más chiquitos, queremos proponer a lo menos 3 ejes desde donde abordar las distintas historias que componen “Tod@s Junt@s”: Eje del cuidado, Eje de los Talentos y Eje de los Derechos.
I. El cuidado:
Se puede enfatizar, para cada historia, el cuidado de los adultos a niños y niñas (familias, maestros, gobiernos, etc.); el cuidado mutuo entre seres humanos de distintas edades, y también, entre niños y niñas; y el cuidado del medioambiente y sus recursos, de otros seres vivos, y de nuestras comunidades humanas (el barrio, la plaza, el jardín o la escuela, la ciudad, el país, el mundo).
Les contamos a los niños que el cuidado va de la mano de la vida: su fin es sostenerla, ayudarla, darle fuerzas, en los seres humanos, y en todo ser vivo.
Alimentos, cobijo, educación, son formas de cuidar. También lo son: los buenos tratos, el respeto, el escuchar, y las palabras que elegimos cuando nos relacionamos con los demás. Y por cierto, los derechos y la responsabilidad que también irá creciendo en ell@s –niños y niñas- conforme vayan cumpliendo años, paso a paso.
Siempre que podamos, es importante volver sobre mensajes y el estímulo al autocuidado: el actuar en favor de la propia salud y bienestar, cuerpo-mente. Asimismo, en el hogar y en el aula son inmensamente valiosas las oportunidades que se van abriendo a l@s niñ@s para ensayar el cuidado: con un rincón a ordenar y embellecer, una plantita o jardín a regar, una mascota a alimentar (propia o compartida con sus compañer@s de aula).
La ética del cuidado es por encima de todo una ética de responsabilidad, así es que toda oportunidad de prodigar cuidado –y conversar sobre éste- es de tremendo valor. Y para toda esfera: escolar, deportiva, en el hogar, con los amigos, con grupos y en trabajo de equipo, con la comunidad, etc.
Cualquiera sea el eje elegido, está abierta la posibilidad de preguntar, explicar, proponer ejemplos y conversar con los niños acerca de valores fundamentales del cuidado ético que pueden reconocer en las historias, entre otros: sensibilidad, empatía, solidaridad, apoyo, respeto, compasión, no-violencia, y también la capacidad de reconocer si algo es injusto o dañino (por ejemplo, el maltrato a los animales), y de hacer algo por cambiarlo.
II. Talentos, capacidades diferentes y educación inclusiva:
Tod@s los niños y niñas son únicos y diferentes al mismo tiempo. Y tod@s tienen un potencial, talentos, y son inteligentes (podemos o no utilizar este concepto en función de si los pequeños lo conocen o preguntan). Puede ser muy enriquecedor invitar a preguntas tales como ¿qué me gusta?, ¿qué me gustaría aprender, hacer?
El jardín infantil y la escuela son lugares donde tod@s l@s niñ@s deben ser bienvenid@s y apreciad@s. Ahí pueden ser curiosos, explorar, y aprender. Es importante vincular las historias donde la escuela fue un espacio favorable y enriquecedor para l@s protagonistas de la historia.
Existen muchas y distintas formas de aprender; cada niñ@ tiene una o más. Con los niños pequeños conceptos como “necesidades educativas especiales” pueden ser más complejos de asimilar. “Capacidades diferentes” y “formas distintas de aprender” pueden resultar términos más cercanos.
En cualquier grupo quizás han observado que hay niños y niñas que aprenden mejor o más contentos, cuando pueden dibujar, otros cuando pueden escuchar una historia, o va acompañada de una canción, o bien de una “animación” o una actuación. Hay niños que necesitan más silencio, otros más recreos, más quietud o más movimiento o simplemente estar al aire libre realizando la misma actividad que habrían realizado en el aula.
Podemos vincular las formas de aprender a los sentidos, y contarles a los más pequeños –si no han tenido ya la experiencia- que hay niñ@s que son muy agudos aprendiendo desde lo que oyen y tocan, cuando por ejemplo sus ojos no ven o ven con dificultad. Los sentidos se organizan de otra forma para poder de todos modos conocer el mundo y aprender.
Y si un niño o niña usa una silla de ruedas, o muletas, o una prótesis (que reemplaza un brazo o una pierna, o ambas), puede también jugar de distintas maneras y participar de deportes y otras actividades.
Si compartimos nuestras vidas con todas nuestras diferencias, todos nos vemos beneficiados y aprendemos distintas formas de aprender y jugar. De hecho, una forma preferida y genial de aprender de los niños y niñas es jugando!
Se puede jugar con otros y también por cuenta propia, y hasta en silencio, en la imaginación. En la niñez y en toda edad, el juego es una tremenda ayuda para el cerebro -así dicen los científicos que más saben- y también lo es poder “equivocarse” y practicar algo muchas veces (esto puede vincularse a desarrollo cerebral y de la red neuronal, de forma entretenida), seguir tratando.
De cada historia se puede destacar la constancia, el no desanimarse, la experimentación de soluciones, el esfuerzo alegre (no como imposición, tedio o martirio).
Podemos explorar y aprender en muchos lugares, en el hogar, en el jardín o la escuela, junto a nuestros maestros y compañer@s. Internet es un GRAN espacio también, y se puede aprender mucho (con la guía y compañía de adultos hasta que conozcamos bien cómo funciona).
Algo muy importante: niños y niñas también pueden aprender unos de otros, compartiendo juegos, historias, dibujos, canciones, colaborando, apoyándose, participando junt@s en distintas actividades. Integrando a tod@s.
Es una gran oportunidad, y un derecho también de los niños, poder cultivar la amistad, las relaciones alegres y respetuosas entre niñ@s, tener amigos y amigas, sin restricciones (por ejemplo, la salud, aunque esté frágil, no impide la amistad ni poder compartir de distintas maneras), sin prejuicio, y sin estereotipos (juguetes, colores, personajes, son para todxs! niños y niñas), y sin omitir ni dejar fuera a nadie.
nota: Modelo Talentos/Inteligencias Múltiples: Howard Gardner, neuropsicólogo, propone una mirada polifacética de la inteligencia y/o de los talentos, sumando 9 tipos. Éstos son: Talento-Inteligencia Musical; Espacial; Corporal-Cinestésica; Naturalista; Interpersonal; Lingüística; Lógico Matemática; Intrapersonal, y Espiritual.En Chile, este modelo ha sido difundido y explicado maravillosamente por la neuróloga Dra. Amanda Céspedes (Inteligencias Múltiples desde el modelo de las neurociencias aplicadas a la educación, Revista Calpe y Abyla).
III. Derechos, responsabilidad y ciudadanía:
Explicar los derechos como formas de cuidar las vidas de los seres humanos, especialmente de los más pequeños. Se puede utilizar cada historia para enseñar sobre derechos de niñ@s y adolescentes (apoyándose en el resumen disponible en el texto) y vincular también con derechos humanos universales.
En las páginas finales del libro se encuentran una breve historia de cómo nacieron “los derechos del niño”, y un resumen, en palabras muy sencillas, de algunos derechos para ser leídos y conversados con niños y niñas pequeñxs.
Es importante recalcar, cada vez que sea posible, que todas las personas son diferentes, y todas merecen igual respeto de sus derechos y de su persona: grandes y chicos, distintas familias, personas de distintos lugares, con distintas características, con ideas y opiniones diferentes, niños y niñas, hombres y mujeres.
Las historias pueden ser abordadas desde la igualdad y el respeto mutuo entre géneros: en la educación, la colaboración, los proyectos de vida y las oportunidades que deben disfrutar niñas y niños por igual, porque amb@s tienen talentos, capacidades que les pueden permitir crear y desenvolverse en distintas áreas, oficios, profesiones, emprendimientos.
El valor del respeto a toda diversidad también está presente –por ejemplo, la diveridad sexual, integrada en dos de las historias-, existen algunos estándares sencillos a considerar:
1) resaltar toda diversidad en la vida, y cada vez que podamos: en la naturaleza, floras, faunas, colores, tantas diferencias y están por doquier! 2) resaltar la diversidad también entre seres humanos que viven en distintos continentes, culturas, geografías etc. (sus atuendos, idiomas, rutinas diarias, alimentos, juguetes, etc. ¿Cómo se visten en Alaska, donde hace mucho frío, y cómo en el desierto, o en las islas del Caribe? Por ejemplo.) 3) todxs somos diversxs, también lo son nuestros talentos, formas de sentir, de relacionarnos, de amar, de ser familia. 4) existen familias diferentes también: las hay con mamá y papá, con dos mamás, con dos papás, o una mamá solamente, o bien un papá, y también con abuelos, o hermanos mayores, etc. Todas, sí, son iguales en su misión de cuidar a los más pequeños.
Somos tod@s habitantes de la Tierra, y “ciudadan@s del mundo” (responsabilidad individual y colectiva por nuestro planeta-hogar). Hoy más que nunca, estamos conectados (gracias a la tecnología e internet). Es fantástico poder conocer de otros niños, aprender de continentes y países, y de todas las personas que viven en ell@s.
Cada historia del libro puede detenerse en el país donde transcurre, y averiguar o compartir con los niños (ojalá con mapamundi en mano, o fotografías) datos sobre su geografía, tradiciones, flora y fauna, hechos históricos, artes, etc.
Y destacando también la gran oportunidad que se nos presenta en tiempos donde se da que muchas familias y niñ@s nacen en un lugar, y luego pueden viajar y vivir en otro: por ejemplo, en Chile, donde tenemos la posibilidad de ser amig@s, aprender unos de otros, y hacer muchas cosas. Tod@s junt@s.
Relato esencial: jóvenes skaters australianos viajan a Afganistán y se dan cuenta de que a niñ@s y adolescentes les llama mucho la atención la práctica del skateboarding. Entonces deciden fundar una escuela – Skateistan- donde además de pasarlo muy bien estudiando, niñas y niños pueden practicar continuamente con sus skates en ramplas fantásticas y modernas. En ese país, debido a tradiciones muy antiguas, las niñas en general no se educan y ni siquiera podían andar en bicicleta. Lo bueno es que esas tradiciones no alcanzaron a prohibir los skates (☺). Actualmente, las niñas son magníticas skaters y más del 40% de ellas, a nivel nacional, practica ese deporte.
Relato esencial: Un niño nuevo en la escuela, en su primer día de clases, usó una polera rosada. Fue víctima de bullying por otros compañeros. Dos estudiantes un poco mayores, decidieron defenderlo: compraron con sus mesadas muchas poleras rosa y las repartieron en la escuela. Pronto, otrxs estudiantes, profesores y adultos de toda la ciudad llevaban poleras rosadas como una forma de decir NO al bullying, y sí al respeto!
Relato esencial: En una escuela de un pueblo lejano, donde la vida era muy difícil, un profesor decidió dar a sus estudiantes la posibilidad de elegir “qué querían aprender”. No había muchos materiales, un sólo computador, pero cada día el profesor y sus estudiantes investigaban y aprendían algo nuevo. Paloma no sabía que ella era un genio de las matemáticas. Con su profesor y compañerxs, descubrió su tremendo potencial…
Podría continuar dando ejemplos (y esta guía está en desarrollo, así es que irán agregándose nuevos elementos), pero creo queda la idea esbozada. No hay una sola forma de contar una historia y dependerá de cada niñ@, sus edades, intereses, y formas preferidas de recibir lo que es contado.
“Tod@s Junt@s” espero sea un espacio para encontrarse, conversar, explorar y soñar niños y niñas, o niñ@s y grandes. Celebrar y agradecer la diversidad que somos, en la tierra, en cada comunidad, tan pequeña y llena de posibilidades como el aula, y nuestros hogares. Y estimular a todos los niños y niñas a descubrir todo lo que traen con ell@s, lo que pueden llegar a ser, gracias a su curiosidad, aprendizajes, ensayo de talentos y capacidades, durante todos los años de su niñez.
Que no quede potencial dejado a su suerte. Que no se dilapiden talentos. Los niños y niñas en el libro, no sabían de lo que eran capaces hasta que los alentaron a explorar, a ir más lejos, a descubrirse.
Ojalá, también, este libro sirva de excusa para traer la mirada hacia nuestros niños, sus historias. No me puedo imaginar la cantidad de historias que no llegamos a conocer de niños de nuestros barrios, ciudades, regiones y país. En cada aula, es transformadora la permanente pregunta sobre sueños, anhelos que van cambiando, o sobre historias de algo especial o maravilloso que quieran contar niños y niñas, de vuelta de cada fin de semana, vacaciones, o cualquier día.
Si nos animamos a soñar también, qué maravilloso sería ver crecer este libro como hemos conversado con profesores y profesoras chilenas: un Tod@sjunt@s con historias de un curso, o de un colegio, o un libro de historias de niños en la Araucanía, en el Norte, en las islas de Chile. Dejar volar esa intención, y que sea.
No me queda más que agradecer vuestra concurrencia en esta lectura, que es sobre todo un “encuentro” en torno a lo posible e infinito que se despliega en la niñez, y desde nuestros actos de cuidado, estímulo y empoderamiento de niños y niñas con quienes tenemos la fortuna y honor de cruzar camino.
VJ, 2015
Agosto 2015:
Con inmensa alegría, y justo en el Mes de la Infancia 2015, les invitamos a compartir las historias de Tod@s Junt@s (y otras que serán una sorpresa) en este sitio.
A partir de hoy y en meses venideros, iremos conociendo en detalle, una a una, cada historia junto a material complementario para la lectura. La idea es que, vía online, este texto pueda ser un recurso más para el aula, y ser compartido con niñas y niños, dondequiera que se encuentren.
El libro sólo es publicado en Chile, pero si surgen preguntas o la necesidad de intercambiar información adicional, por ejemplo, desde escuelas en otros países de Latinoamérica –que puedan hacer uso de este material online-, no duden en contactarnos vía correo electrónico: contacto@box5282.temp.domains
OMAYRA TORO Y NAOMI ESTAY
Dos niñas chilenas, alentadas por su profesora de biología, llevan a cabo un proyecto en la Antártica que más adelante será reconocido internacionalmente, por su enorme contribución a la conservación de los océanos del planeta.
Con motivo del Dia Internacional de la Niña, y recordando el premio Nobel de la Paz otorgado en 2014 -histórico, por recibirlo una niña-, compartimos la historia de Malala Yousafzai: estudiante, activista, líder de la paz y por el derecho a la educación para todas las niñas y niños del mundo.
Un niñito que tenía una sola pierna soñaba con correr. Gracias al apoyo de un joven deportista muy premiado, que tenía una pierna increíble (hecha de acero y madera especiales, ligeras como el viento), el pequeño Rio pudo cumplir su sueño.
Gracias al estímulo de su profesor y de un padre amoroso, una niña pudo descubrir sus talentos, sin haber imaginado que entre ellos se contarían las matemáticas y que luego se convertiría en la alumna más destacada de su país.
La vocación de Cris es ayudar a l@s niñ@s que viven en la calle; son 250 mil en Filipinas, su país, y se estima que en el undo pueden ser unos cien millones de pequeñ@s y adolescentes en esta situación.