Abuso Sexual Infantil: cuidar a l@s hij@s de tod@s (breve guía de ayuda en prevención)
BREVE GUÍA DE AYUDA: Abuso Sexual Infantil.
Vinka Jackson
En Chile, solamente el año 2011, se registraron 13,753 delitos sexuales y 70% corresponden a casos de abuso sexual infantil.
Durante estas semanas hemos conocido varias denuncias sobre abuso sexual infantil en colegio y jardines. Hay ahogo, estupor, mucha pena. Quizás, ahora más que nunca, sea propicio y reparador poner nuestra energía en otras acciones, como el cuidado y prevención del abuso sexual infantil. Aquí compartimos esta guía con algunas orientaciones.
Gracias si la reciben, y por favor siéntanse libres de copiarla, compartirla, imprimirla, y dejar todos sus comentarios con aportes, ayudas, ideas. Todo lo que pueda servir para enriquecerla y apoyarnos mutuamente en este afán de cuidar mejor a nuestros niños y niñas.
Definición abuso sexual infantil:
Los protocolos de abuso sexual infantil a nivel internacional, desarrollados por expertos, son claros en indicar que toda conducta a de naturaleza sexual -en los hechos y hasta en los dichos- a la que se expone o somete a un menor de edad que no está en condiciones de elegir, discernir, y/o protegerse (porque no cuenta con los repertorios para hacerlo, y porque está en una situación de desventaja o indefensión), constituye abuso sexual infantil.
Tocaciones, frotaciones, besos, exposición a pornografía, masturbación (valerse del menor para hacerla, o inducirla en el niñ@), penetración vaginal/anal con objetos, digital (con los dedos) o violación, actividades sexuales donde se involucra a terceros, explotación sexual del niño… estas y muchas más, son todas formas –aisladamente y/o en conjunto- de abuso sexual infantil.Y si tiene dudas, consulte, pregunte a expertos, haga caso a su intuición y no deje la inquietud para más adelante.
En cuanto a señales de abuso, algunas a las que poner atención: obviamente huellas físicas evidentes (cuando ha sido reciente), sangramientos, lesiones en areas genitales, anales, perianales. Asimismo, molestias en esás áreas (y al orinar o defecar), irritación persistente, problemas urinarios e infecciones, dolor al orinar o incontinencia (por la resistencia a ir al baño), retrocesos en el control de esfínteres, enuresis nocturna; también se ha observado encopresis (evacuación de heces, en lugares inadecuados, cuando ya el niño sabía como controlar esfínter anal y evacuación). En ocasiones, el cuerpo “habla” de otras formas: desde un decaimiento inmunológico o los accidentes y caídas; dolores de cabeza o de guatita, fatigas y/o desmayos, dificultades para tragar, conductas repetitivas (como lavarse las manos, la boca).
Otras conductas a observar: retraímiento extremo y sostenido, desánimo, cambios en conductas habituales de alimentación, sueño y juego; terrores nocturnos, pesadillas, o en vigilia, reacciones emocionales desproporcionadas frente a ciertos estímulos (desde llamar a comer, apagar la tele, o salir los papás); relación complicada con ciertos lugares (posiblemente donde ocurre el abuso): negativa a visitar a ciertos familiares y sus casas (o negativa a quedarse a dormir), negativa o excusas para evitar asistir a jardin-colegio, o bien -si el abuso ocurre en el hogar- negativa a abandonar el jardin o colegio (que en este caso operaría como “refugio”) o intentos de escapar del hogar, o del establecimiento donde asiste.
Asimismo poner atención si el niño se le hace muy difícil o se niega a desvestirse y/o tiende a sobre-vestirse o cubrirse; comportamientos o referencias sexuales -verbales o en dibujos- no correspondientes a la edad/madurez del niño; mutismo y/o retrocesos importantes en el lenguaje, poca disposición a comunicarse (versus una mayor expresividad anterior). A nivel de niños escolares, no solo la mengua en rendimiento puede ser un indicador. Muchas veces es justamente lo contrario: el esfuerzo inmenso a rendir, ser el mejor, y valerse del estudio y perfección académica como refugio. Recordemos que el instinto normal de una mayoría de los peques es jugar, pasarlo bien, ser niños.
Hay que ser extramadamente delicado con el tema de la sintomatología. Por favor recordemos que algunos o muchos de estos síntomas pueden darse en otras situaciones estresantes o que causan sufrimiento a los niños. Salvo las lesiones físicas evidentes e irrefutables (genitales, y/o anales, que por sí solas develarían una situación), no se puede concluir abuso sexual infantil a partir de otras señas que necesitan ser evaluadas en constelaciones -cuántas de ellas y cómo se despliegan- y con apoyo experto. Nuestra percepción puede jugarnos en contra; simplemente recordemos lo que ocurre cuando anotamos un par de síntomas físicos que tenemos, buscamos en google y creemos que podemos estar padeciendo la peor enfermedad del mundo. No podemos autodiagnosticar. No tratemos de inferir como padres y madres por nuestra cuenta. Podemos tener un temor o sospecha, pero no tenemos la distancia, neutralidad ni experticia para hacerlo solos. Busquemos ayuda especializada para evaluar y luego tomar cursos de acción.
QUIERO INSISTIR UNA VEZ MAS: ESTA GUIA TIENE COMO INTENCIÓN ESENCIAL MIRARNOS, RELACIONARNOS Y ACTUAR DESDE EL CUIDADO; DESDE EL RECORDARNOS QUE POR UNA CIERTA CANTIDAD DE AÑOS, NECESITAMOS PONER UNA ATENCIÓN MUY ESPECIAL EN LA PROTECCIÓN DE NUESTROS NIÑOS. NO SE TRATA DE ABRIR UNA VENTANA AL ESPANTO, SINO DE CAMINAR DESPIERTOS Y DE OJOS ABIERTOS, Y SABIENDO QUE HEMOS ESTADO ATENTOS Y PRESENTES. PRESENTES PARA CUIDAR, AMAR, ACOMPAÑAR, DISFRUTAR CON NUESTROS NIÑOS Y TAMBIÉN, PARA ENTREGARLES HERRAMIENTAS Y LUCIDEZ FRENTE A UN MUNDO QUE TIENE MILES DE POSIBILIDADES HERMOSAS, PERO QUE AL IGUAL QUE NOSOTROS HUMANOS, NO ES SIEMPRE INFALIBLE, PERFECTO O LIBRE DE SUFRIMIENTOS
Acciones de Cuidado y Prevención:
Para cuidar, hay que estar presentes. Sin tensión ni miedo, pero con atención y dedicación.
La prevención y el cuidado son activos, proactivos. Una actitud despierta, consciente y dispuesta a la acción, se requiere constantemente. El cuidado es anterior a todo, y la prevención es parte del cuidado. Aquí no caben improvisaciones: es preciso planear, preguntarnos cómo lo haremos, pedir apoyos como familia, leer, conversar, no temer nombrar lo difícil, decir verdades, preguntar lo incómodo. No se arriesga la inocencia de nuestros niños por hablar; se arriesga en el silencio y la omisión.
Cuidamos con amor y por amor, para empoderar a nuestros niños. No sintamos que nos gana el miedo o que llamamos a la desgracia porque nos planteamos seria y honestamente la pregunta sobre el abuso sexual infantil: qué hacemos frente a éste, cómo nos comprometemos en su superación, qué haríamos si debemos enfrentarlo como familia, cómo apoyamos a otras familias que deben atravesar esta experiencia, de qué forma conminamos a instituciones y comunidades a hacerse parte y hacerse cargo sin más demoras ni excusas.
Veamos a los niños como sujetos de derechos. Enseñemos a nuestros hijos cuáles son. Ayúdemoslos a explorar preferencias y límites. Seamos coherentes con el cuidado en casa: de nosotros, con nuestra pareja, con otras personas, y otros niños. Que los pequeños vean en los grandes referentes de respeto, protección, consideración, compromiso familiar y ciudadano.
Necesitamos ser guías en el cuidado y la confianza. No podemos contagiar a nuestros peques de una desconfianza general que, en su incapacidad para diferenciar tonalidades y benevolencias entre personas o experiencias, asimismo los termina exponiendo a otros daños (como temerle a la vida plena). Más bien se trata de pasear, recorrer el barrio o la ciudad, visitar amigos y familiares, disfrutando el momento y permitiendo a una suerte de Pepe Grillo interior, recordarnos siempre de lo importante de nuestra presencia protectora y de lo afortunados que somos de poder estar cerca de nuestros críos.
En el tono de nuestra actitud y emoción, mientras cuidamos, estamos entregando decenas de mensajes que, aunque quizás difíciles de notar o traducir para un niño pequeño, están quedando en él, o en ella. Mensajes como “me importas”, “cuenta conmigo”, “los grandes estamos para proteger”, “yo te cuido, yo te quiero”… lejos, al menos para mí, las palabras más hermosas y cargadas de poder que alguien pueda regalarnos en una vida.
No tenemos que hacer esto solos. Es importante levantar entre todos un “cerco adulto” alrededor de nuestros niños -formado por nosotros los grandes: sus familias, instituciones, el Estado, la sociedad completa-. Puedo imaginar este cerco como un infinito triángulo con al menos 3 vértices y 3 tareas imprescindibles, destinadas a minimizar el riesgo de ocurrencia de abusos y amplificar el radio y potencia de nuestras acciones de cuidado. Estas son: Informarse, reducir oportunidades de riesgo y conversar con nuestros niños.
1.Informarse :
En CHile, recomendable los sitios web de UNICEF Chile, ACHNU, Corporación Paicabí, Previf, www.inocenciainterrumpida.net, Guía Clínica Minsal (disponible para bajar online), Congreso Nacional, entre otras fuentes. Imprescindible conocer Derechos del Niño, Legislaciones vinculadas al Tema Infancia y Cuidado, y los Organismos de ayuda y orientación.
Preguntar a nuestros parlamentarios, consejales, profesionales de la salud, la justicia, educación, qué están haciendo en materia de protección de la infancia. Hacer seguimiento de proyectos de ley que nos importan. Hace poco se aprobó ley de Registro Nacional de Pedófilos e inhabilidad laboral. Pero la ley de Prevención Obligatoria de abuso Sexual infantil en jardines y colegios todavía espera aprobación, así como la urgencia al proyecto de ley para la imprescriptibilidad de delitos sexuales contra menores. Estemos atentos.
2. Reducir oportunidades de riesgo, algunos TIPS
Recordar que no existe un perfil inequívoco de los abusadores. Más del 80% son conocidos y familiares; apenas un 5% son completos extraños.
– El tema de los espacios: distinguir con la mayor precisión posible (dentro de la realidad de nuestro hogar y su superficie) que hay espacios privados, y otros “de grandes” y “de chicos”, en la medida de lo posible: habitaciones, o la cama (los grandes y los chicos), baños distintos, o bien turnos para ocupar el baño (si solo hay uno disponible, o son insuficientes para el número de miembros de la familia).
Ir realizando la distinción entre “grandes” y “chicos” es de ayuda para que ellos, los niños, sepan que pueden ir definiendo sus límites corporales y de relación con los adultos, y también para establecer una cota en la “privacidad” (y también en lo que serán espacios de intimidad, el día de mañana cuando sean jóvenes y adultos), de autocuidado corporal, de vínculo con un otro en lo afectivo y lo corporal también). Ésta, para algunos niños será antes (2-3 años) y para otros después (6-7 , a veces un poquito más). Permitir a nuestros niños ir delimitando su espacio privado, es positivo. Con medidas de cuidado, por cierto, como el tema de los pestillos. Obviamente, instancias como ir al baño y limpiarse, o vestirse-desvestirse requieren de nuestra ayuda hasta cierta edad, y cada niño es distinto y único en sus ritmos (aun entre hermanos gemelos). Sin embargo, es importante ir animándolos a la autonomía, aunque no logren siempre hacerlo bien o aunque después de tratar un poquito igual nos terminen llamando o pidiendo la ayuda.
– Ponderar cuán seguras son situaciones donde un adulto y un pequeño se encuentren solos. Elegir situaciones grupales, toda vez que sea posible.
– Ponderar seguridad de situaciones donde adolescentes o jóvenes estén solos con niños muy pequeños. Es preferible que múltiples adultos estén presentes también, supervisando.
– Seamos un ejemplo, ya sea evitando situaciones de soledad con menores o bien, si son confiados a nuestros cuidado por alguien que no nos conoce bien (otro apoderado, por ejemplo), entreguemos cuanta información podamos sobre nosotros.
– Si nuestros niños son invitados a otras casas, conozcamos a los papás y mamás, preguntemos quiénes más estarán en la casa o pueden llegar de invitados; y en caso de imprevistos –si los padres deben salir de improviso por una emergencia o a comprar algo- tener muy en claro con quiénes se quedarán nuestros niños.
– Conocer bien criterios de cuidado, de prevención y de respuesta frente a denuncias de ASI en los establecimientos prescolares y escolares donde asisten nuestr@s niñ@s (pedir referencias del personal, antecedentes, evaluaciones). Evitemos matricular a nuestros hijos en lugares donde no se tomen las medidas adecuadas: preguntemos por acreditación educadores, empadronamiento JUNJI, y plan de prevención de abusos y de enfrentamiento de estas situaciones si ni dios quiera ocurren.
– Insistamos a los administradores o responsables de establecimientos educacionales o recreativos, que valoramos acciones explícitas coherentes con una alta ética del cuidado, y específicamente, en torno al abuso infantil. Hagamos público nuestro conocimiento de quienes omiten estos estándares.
– Realicemos evaluaciones y chequeo de referencias de nanas, baby sitters, choferes de transporte escolar. Conversemos sobre nuestras medidas de cuidado con instructores en actividades extraprogramáticas, por ejemplo; entrenadores, o inclusive personas conocidas (otros apoderados o vecinos del barrio) con quienes dejemos a nuestros hijos. Expliquemos por qué, comentemos que somos conscientes de realidades como el ASI: quienes están comprometidos con estos temas, entenderán nuestro celo.
– Si nuestros hijos participan de grupos -scouts, deportes, pastorales- conozcamos a sus líderes y preguntemos bien por sus programas (anuales, mensuales, diarios) de actividades. Preguntemos por sus protocolos ante situaciones de emergencia general, y de respuesta ante situaciones de bullyring, o de sospecha o denuncia de ASI.
– Hablemos con nuestros niños cada vez que salen del colegio, de sus actividades, o de estar al cuidado de otra persona (así sean nuestros propios familiares). Queremos saber cuán bien lo han pasado, especialmente, para notar señales de lo contrario si alguna vez no son tan expresivos (indicando algún malestar silenciado, el que sea).
– Acompañemos a nuestros hijos a la plaza, a jugar en la cuadra, en el barrio, el patio del edificio, el condominio; estemos cerca en la playa, la parcela de los tíos, el picnic multitudinario. Permitamos que jueguen con sus amigos, pero también dejémosles saber que estamos accesibles y cercanos, para lo que sea necesario.
– Con nuestros hijos más grandes, tengamos la buena disposición de ir a buscar y dejar, de coordinarnos con otros papás de confianza. de preguntar en colegios o lugares donde se realizan fiestas quiénes son los adultos o productores responsables, qué pasa en situaciones de emergencia (desde terremotos, incendios, hasta presencia abusadores).
– Estemos atentos a las actividades que desarrollan nuestros hijos en computadores de escuelas, colegios, o del hogar. Internet es una gran herramienta, bien usada. Pero administremos los tiempos de acceso al computador según la edad de cada niño (de menos a más), apoyémonos en controles parentales e historiales de navegación. Indicar criterio para sitios que pueden visitar, evaluar muy bien participación en facebook, y si tienen permiso para chatear, limitarlo a conocidos de su colegio, ojalá, y póngamos la condición -desde el cuidado, protección y cariño- de que cuenten en el chat de que sus papás están atentos y presentes.
– Si nuestros niños nos conversan, del tema que sea y más si se trata de situaciones confusas, violentas y/o sospechosas en materia de abuso, conservemos la calma, dejemos que el niño se explaye, hagamos preguntas esenciales y de forma sutil, de forma de precisar la situación. Si fue falsa alarma, de todos modos establecemos un antecedente positivo
3. Conversar con nuestr@s niñ@s y jóvenes
Criterios Generales que no podemos olvidar para guiar la conversación:
1- La capacidad de autocuidado está directamente relacionada con la consciencia sobre los derechos que tiene cada niño en relación a su cuerpo y la integridad de éste, y a la capacidad de poner límites. Esta capacidad difícilmente existirá si el niño o niña no ha tenido la experiencia temprana de reconocer su cuerpo como digno de cuidado, o de reconocer la existencia de límites que merecen y deben ser salvaguardados.
La primera vez que una guagua devuelve un poco de papilla podríamos leerlo como un “no quiero más”. Poco a poco tomará forma el no, el no-gracias (mi favorito), y cuando escuchemos esa señal en nuestros niños con lenguaje más desarrollado, seremos los primeros responsables en acusar recibo y respetarla. Si los propios padres tienen esta rectitud, cómo no esperarla de los demás.
En relación al aprendizaje de la dignidad, el sentirse sujeto de derechos y merecedor de respeto por su integridad, es importante todo refuerzo que podamos dara nuestros niños en relación a la definición de sus “preferencias”. El aprendizaje de LIMITES, pasa necesariamente por el de las elecciones y preferencias; es una danza indivisible. Los niños están formando hábitos, y hay cuestiones que no son electivas -lavarse las manos, los dientes, vestirse para salir al frío o la calle, alimentarse- pero dentro de actividades cotidianas, podemos proponer “pequeñas alternativas”: los calcetines rojos o azules, la pera o la manzana, etc. Incluso sin necesidad de objetos podemos practicar: qué te gusta más? el sol o la luna, la playa o la montaña, los perros o los gatos, las vaquitas o los caballos, etc. La definición de lo que “me gusta” y “no me gusta” es fundamental. Y también, “me gusta más o menos”.
Por ejemplo en jardines y colegios, ¿qué tía o profesora te gusta más, o te cae mejor? es una excelente forma de abrir conversaciones para observar en quiénes confían más nuestros hijos, por qué, y en quiénes menos. A veces habrá motivos claros -en simpatías o rechazos- basados en características de los adultos circundantes, y otras veces, no habrá motivo “justificado”, pero sensaciones y afinidades, o falta de ellas, o la imosibilidad de definirlas porque son confusas o ambivalentes, SON señales de nuestros niños que deben ser acogidas y consideradas.
2- Corporalidad: reconocer y nombrar correctamente todas sus partes.
En relación al cuerpo, es recomendable que una vez que comiencen a usar traje de baño o ropa interior, e inclusive con pañales (si los peques ya son capaces de comprenderlo), señalemos que justamente lo que cubren esas prendas está fuera de límites para el mundo. Debemos ser claros en quiénes podrían, bajo qué circunstancias, tocarlos en esas áreas: mamá o papá (o algún abuelo o tíos, si así lo estimamos pertinente; tías/educadores, también) para mudar, secar, bañar, poner crema; doctor para examinar en control médico.
Es fundamental enseñar los nombres anatómicamente correctos de esas áreas e ir constatando de tiempo en tiempo ese aprendizaje, el de los nombres, y por otro lado el de los límites, aprovechando cada oportunidad que se pueda presentar para reforzar aprendizajes (baños, paseos a piscinas y playas, controles con el pediatra, etc). Algo tan sencillo como ¿recuerdas cuáles son las partes que cubre/protege el traje de baño o la ropa interior?, ¿recuerdas que solo x,y,z, personas pueden acercarse y en a-b-c circunstancias y ninguna otra? puede iniciar una conversación provechosa.
Con niños y niñas más grandes, no temamos ir abordando los temas de la sexualidad, acorde al nivel de comprensión y madurez de los pequeños. Hay todo un camino del desarrollo, desde el nacimiento hasta la pubertad y luego la adultez, que acompaña la conversión de nuestros hijos e hijas en seres sexuales. Que los padres seamos interlocutores válidos, ojalá la primera fuente a la que recurran en caso de dudas, confusiones, preguntas y experiencias lindas, también, que se puedan compartir.
3- Coherencia: recordemos que lo que más queda en nuestros niños es lo que observan. Enseñamos lo que somos, cómo somos, cómo nos comportamos. Nuestros niños reproducen lo que ven y difícilmente asimilarán conductas de autocuidado consigo o para con otros niños, si los adultos nos comportamos de formas inadecuadas frente a ellos (con otros niños o adultos), o si tratamos a nuestros cuerpos con indiferencia o descuido, o si no somos capaces de poner límites a otros, de forma asertiva (cuando nos empujan en una fila, o nos aprietan en el metro: cada instancia de este tipo ayuda a ir consolidando lo que estamos tratando de enseñar).
4- Enseñar a los niños que hay secretos que NO DEBEN GUARDAR. Que es muy distinto no contar sobre un regalo o una fiesta sorpresa de cumpleaños, que sobre situaciones que los hacen sufrir, o sentir incómodos, o que no entienden bien. Nadie tiene derecho a pedirles guardar silencio en esas circunstancias y no hay ninguna “traición o deslealtad” (los niños son candorosa y extremadamente éticos a este respecto) con los grandes, no importa si estos “grandes” son inclusive alguna “autoridad”. Es necesario incentivar a nuestros niños a decir que NO, sacar su voz o a pedir ayuda; decirles que esta conducta es valiente, importante, “buena”. Que estaremos de su lado y orgullosos de ellos.
5- Ante las preguntas de nuestros niños debemos responder de forma sencilla, clara y honesta. Como el abuso sexual infantil está relacionado con la esfera humana de lo sexual (aunque en su dimensión destemplada, disfuncional, enferma), toda conversación al respecto de la corporalidad o sexualidad humanas debemos abordarla con máxima atención, asertividad y certeza de que estamos aportando al autocuidado.
Cuando las preguntas sean directamente relacionadas al abuso sexual -a veces pueden ver el término, al pasar, en un kiosko de diarios- entonces tratemos de entregar información clave, sin jamás evadir el tema. Ahora, si no sabemos bien qué responder o cómo, podemos pedir tiempo a nuestros críos, comprometer una respuesta para el día siguiente (u otro día) y pedir consejo, orientación donde podamos: en jardín, colegio, con un amigo psicólogo o educador, etc. para luego entregar esa respuesta adeudada (no la olvidemos). Asimismo, existen libros y fuentes en internet para guiarnos.
6- Conversaciones “no verbales”:
Es más difícil conversar cuando los niños son tan pequeños que todavía su lenguaje es impreciso, su vocabulario limitado. Pero hay otros “idiomas” que podemos incentivar y de los cuales podemos valernos en caso de dudas o aprensiones que puedan surgirnos: el dibujo (que a veces también es muy rudimentario) o los juegos con muñequitos: pueden ser juguetes, monitos de madera, barbies, o hacer nosotros mismos figuras de papel o cartón que representen personas de distintas edades. Juguemos con “casas” y habitaciones diferentes, situaciones abiertas como ir al baño, o es hora de ir a la cama y veamos qué interacciones realizan los niños con los muñequitos. También, a mí al menos me ha funcionado, en todo el aprendizaje de las partes del cuerpo, libros o dibujos en que apoyarnos para ir enseñando nombres y funciones (los niños se entusiasman viendo como funciona la ingesta de alimentos y su viaje hasta el estómago, o las neuronas en el cerebro, o los latidos del corazón). Aprovechar esas instancias para enseñar nombres correctos y también para ver sus reacciones -neutrales, serenas o tensas y temerosas- cuando pasamos en el dibujo por las partes íntimas. Muchas veces esa tensión es valiosa como información en la prevención o detección de una posible situación de abuso. Para todas estas recomendaciones, tratemos de ir muy tranquilos -los niños leen la menor mueca nuestra- y dejar espacio para que ellos se expresen.
Para terminar, lo importante es poder entregar elementos para que los niños puedan ir realizando distinciones -algo que no es tan sencillo, a veces ni para nosotros los adultos- entre contactos corporales adecuados y abusivos o sencillamente confusos (como juegos de connotación sexual, entre adultos y niños, o entre niños de distintas edades y etapas). Frente a contactos inadecuados, confusos, intimidantes, deben saber que pueden abstenerse, que no están obligados, y que pueden y deben contarnos, preguntarnos o pedir ayuda si es preciso.
Por último, frente a noticias de los medios, relatos de experiencias cercanas (compañeros de colegio) o de su propia experiencia, la primera medida esESCUCHAR sin poner en duda los hechos (luego podemos profundizar), y asegurando a los niños y niñas que la responsabilidad/culpabilidad es siempre del agresor, del adulto, jamás de los niños.
Disclaimer: esta guía pretende aportar a la promoción de una ética del Cuidado y de una mirada de respeto sobre los derechos de los niños, y a la prevención del abuso sexual infantil mediante el reforzamiento del cerco adulto de protección, atención, presencia y accionar nuestro (de los grandes) alrededor de los más pequeños. Es una herramienta más, entre otras posibles. Un apoyo en la orientación y el diseño, también, de nuestras propias directrices -que también vamos definiendo, enriqueciendo, y actualizando todo el tiempo- como padres, madres y familias (y con apoyo de colegios, jardines, y otros entornos con quienes interactuamos cada día en el cuidado). No reemplaza, de ninguna manera, el criterio experto o consejo profesional con que es preciso contar al momento de enfrentar la posibilidad o certeza de una situación de abuso que debe ser evaluada, denunciada y llevada a proceso judicial.
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1- Otros tips en conversación con @MujerOpina http://www.mujeropina.cl/Entrevistas.html y en Revista XSMALL detallada entrevista sobre cómo abordar mejor el tema del Cuidado
2- LECTURA IMPRESCINDIBLE PARA TODA MADRE Y PADRE, Y ADULTOS COMPROMETIDOS CON EL CUIDADO:
De los autores chilenos Vanetza Quezada, Jorge Luzoro, Ricardo Neno y Alejandra Insunza
ABUSO SEXUAL INFANTIL ¿Cómo conversar con los niños? (Ediciones de la Universidad Internacional SEK, 2006) INCLUYE UN TEST DE PRUDENCIA , material valiosísimo para presentar a nuestros niños con diversas situaciones donde desplegar su autocuidado, conversar sobre sus distintas dimensiones, y explorar temores, confusiones, certezas, alertas
3- Flujograma de acciones frente a ASI y maltrato infantil http://www.inocenciainterrumpida.net/recursos/flujogama.pdf
Fotografía del título: Pinwheels For Prevention